Page 69 - La Casa de Bernarda Alba
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ACTO TERCERO


            Cuatro paredes blancas ligeramente azulada del patio inte�
            rior de la casa de Bernarda. Es de noche. El decorado ha de
            ser de una perfecta simplicidad. Las puertas iluminadas por
            la luz de los interiores dan un tenue fulgor a la escena. En
            el centro una mesa con un quinqué, donde están comiendo
            Bernarda y sus hijas. La Poncia las sirve. Prudencia está
            sentada aparte. Al levantarse el telón hay un gran silencio
            interrumpido por el ruido de platos y cubiertos.
      PRUDENCIA: Ya me voy. Os he hecho una visita larga. (Se levanta).


      BERNARDA: Espérate, mujer. No nos vemos nunca.

      PRUDENCIA:  ¿Han dado el último toque para el rosario?

      LA PoNCIA: Todavía no. (Prudencia se sienta).


      BERNARDA: ¿Y tu marido cómo sigue?

      PRUDENCIA: Igual.

      BERNARDA: Tampoco lo vemos.


      PRUDENCIA: Ya sabes sus costumbres. Desde que se peleó con sus
      hermanos por la herencia no ha salido por la puerta de la calle.
      Pone una escalera y salta las tapias y el corral.

      BERNARDA: Es un verdadero hombre. ¿Y con tu hija?

      PRUDENCIA: No la ha perdonado.




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