Page 135 - La Casa de Bernarda Alba
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YERMA

      VíCTOR: Todo cambia.


      YERMA: Algunas cosas no cambian. Hay cosas encerradas detrás
      de los muros que no pueden cambiar porque nadie las oye.

      VícTOR: Así es.

            Aparece la Hermana 2 ª  y se dirige lentamente hacia
            la puerta,  donde queda fija,  iluminada por la última
            luz de la tarde.

      YERMA: Pero que si salieran de pronto y gritaran, llenarían el mundo.


      VícTOR: No se adelantaría nada. La acequia por su sitio, el rebaño
      en el redil, la luna en el cielo y el hombre con su arado.


      YERMA: ¡Qué pena más grande no poder sentir las enseñanzas de
      los viejos!

            Se oye el sonido largo y melancólico de las caracolas de
            los pastores.


      VícTOR: Los rebaños.

      JUAN: (Sale). ¿Vas ya de camino?

      VícTOR:  Y quiero pasar el puerto antes del amanecer.

      JUAN: ¿Llevas alguna queja de mí?


      VíCTOR: No. Fuiste buen pagador.

      JUAN:  (A Yerma). Le compré los rebaños.



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