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algunos Poetas de su tiempo, especialmente en las de Johnson, hay muchas escenas y
planes suyos.
La Reina Isabel, aquella gran Princesa cuyo nombre no se repite en los fastos de su
nación sin agradecimiento y elogio, tal vez alivió los cuidados del gobierno, asistiendo a la
representación de las obras de Shakespeare, que oía con singular deleite, colmando al autor
de honores y recompensas. Los Señores de la corte imitaron la beneficencia de aquella
Soberana, y entre ellos el Lord Pembroke, el célebre y desdichado Conde de Essex, el de
Montgomeri, y el de Southampton fueron los que más se distinguieron en favorecerle, y no
cesó con la muerte de Isabel la fortuna de Shakespeare; Jacobo I le miró siempre con
aquella predilección a que le habían hecho acreedor, no menos sus virtudes, que su talento.
Pero apenas había cumplido los 47 años de su edad, cuando superior a toda idea de
ambición, sordo al favor de tan ilustres protectores, modesto en medio de tantos aplausos, y
deseoso únicamente de gozar aquel reposo, aquella paz del corazón, recompensa de las
almas justas, por la que había suspirado largo tiempo, se retiró a su patria para vivir en ella
el resto de sus días, oscuro y feliz. Cómoda habitación, parca mesa, jardín sombrío, pocos
amigos, pero dignos de él, pocos y doctos libros; estos fueron los placeres que halló, y los
únicos capaces de procurarle verdadero contento. Allí manifestó aquella simplicidad de
costumbres que había sabido conservar entre la relajación del teatro y los peligros de una
capital inmensa; y allí, huyendo de su gloria, vivió retirado, tranquilo, amado de cuantos le
conocieron practicó en silencio la virtud, cultivó sus campos y aprendió a familiarizarse con
las ideas de la muerte, sin desearla ni temerla. Falleció el día 23 de Abril de 1616, y fue
enterrado en la Iglesia mayor de Stratford, donde hoy se conserva su sepulcro.
Siete años después de su muerte se publicó la primera colección de sus obras, que han
sido impresas en diferentes épocas. Rowe, Pope, Warburton y Theobald, Hanmer, Jonhson,
Sewell Grey, Malone y otros eruditos las han ilustrado con prólogos, notas y comentos,
dando de ellas magníficas ediciones, que diariamente se multiplican. La pintura ha formado
en Londres una copiosa galería de cuadros, representando en ellos las principales
situaciones de sus dramas, que el grabado ha repetido en exquisitas láminas. La escultura ha
esparcido su retrato por toda Inglaterra en estatuas y bustos. Garrik le consagró un templo a
orillas del Támesis. En las del Avon, que baña los muros de Stratford, se celebra su
memoria con himnos y fiestas; y en la Iglesia de Westminster, donde reposan las cenizas de
los Monarcas, de los Héroes y los Sabios de aquella nación, Shakespeare tiene entre ellos
digno monumento.
PERSONAJES
CLAUDIO, Rey de Dinamarca.
GERTRUDIS, Reina de Dinamarca.
HAMLET, Príncipe de Dinamarca.