Page 99 - Trece Casos Misteriosos
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un ruido de vidrios quebrados en la ventana
         trasera los sobresaltó. Corrieron hacia el lugar y
         alcanzaron a ver una figura maciza, enfundada
 ,1   '  ''   - ·...,  en un capuchón gris, desaparecer en la esquina de
 '
 '  '  ":.,   la calle. Vicente recogió del suelo una piedra que
         traía un papel amarrado con un hilo. Lo estiró con
         cuidado para no romperlo y, ante los diez amigos
         que lo rodeaban expectantes, leyó:
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           -¡Malditos! -gruñó Vicente.
           -¡Cobardes! -siguió el mediocampista.
           -Son unos estúpidos Mastodontes -agregó el
         puntero derecho-. Además, asnos incultos: esta
         vez son cuatro las faltas de ortografía en cuatro
         líneas.
           -Pero igual los venceremos -dijo otro.
           -Yo no estoy tan seguro. Al pobre Esteban no
         le deben dar ni de comer para que esté débil el
         domingo -volvió a opinar el mediocampista.
           -¿ Y si vamos a la policía? -preguntó el pun­
         tero derecho.
           -No. Arreglemos el asunto entre nosotros:
         no  me  cabe  duda de  que  el Canguro es  lo

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