Page 98 - Trece Casos Misteriosos
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un ruido de vidrios quebrados en la ventana
                                                                            trasera los sobresaltó. Corrieron hacia el lugar y
                                                                            alcanzaron a ver una figura maciza, enfundada
                                        ,1       '  ''     - ·...,          en un capuchón gris, desaparecer en la esquina de
                                                  '
                                                 '  '     ":.,              la calle. Vicente recogió del suelo una piedra que
                                                                            traía un papel amarrado con un hilo. Lo estiró con
                                                                            cuidado para no romperlo y, ante los diez amigos
                                                                            que lo rodeaban expectantes, leyó:
                                                          '-
                                                                               V�:

                                                                               (B��rrdi/               wrv °11°�­
                                                                            i� � � � WYv cLw_ di/ �­
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                                                                            �       I Srv wrv��              �di/      �

                                                                            1t,&,tdJ� �. �b�­

                                                                            W9-I � h,U; �-
                                                                               -¡Malditos! -gruñó Vicente.
                                                                               -¡Cobardes! -siguió el mediocampista.
                                                                               -Son unos estúpidos Mastodontes -agregó el
                                                                            puntero derecho-. Además, asnos incultos: esta
                                                                            vez son cuatro las faltas de ortografía en cuatro
                                                                            líneas.
                                                                               -Pero igual los venceremos -dijo otro.
                                                                               -Yo no estoy tan seguro. Al pobre Esteban no
                                                                            le deben dar ni de comer para que esté débil el
                                                                            domingo -volvió a opinar el mediocampista.
                                                                               -¿ Y si vamos a la policía? -preguntó el pun­
                                                                            tero derecho.
                                                                               -No. Arreglemos el asunto entre nosotros:
                                                                            no  me  cabe  duda de  que  el Canguro es  lo

                                                                                                                           97
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