Page 85 - Quique Hache Detective
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mi casa en Ñuñoa. No aceptaron que llegára­
          mos con la baliza encendida como se los su­
          gerí para impresionar a los vecinos.
                 La Gertru no me habló durante varias
          horas y yo  me sentí  solo en  el universo.  Me
 16       fui a acostar  sin ganas de  comer.  Necesitaba
          pensar.  Llegué hasta mi dormitorio y cerré la

          puerta.  Tampoco  tenía  ganas  de  ver  televi­
 La  Gertru lloraba desconsoladamen­  sión. Me estiré sobre la cama y miré el techo
 te,  mientras el sargento Suazo la abrazaba en   durante una hora.
 el retén de calle Carriel Sur en Santa Familia.   En  la cabeza tenía todo.  Charo hada
 Me sentía  como un  criminal  en  sus  últimas   tres años había sufrido un accidente serio ca­
 horas antes de la ejecución.  La Gertru dijo:   mino a la costa en  el que murió su hermana
 -Todo es mi culpa, yo le metí en la ca­  y ahora estaba secuestrada por desconocidos.
 beza  ese  curso  por  correspondencia,  ahora   Todo esto se unía misteriosamente a la desa­
 Quiquito cayó en la cárcel.   parición  del  arquero  volador,  símbolo  del
 El sargento la consoló:   equipo del Ferro Quilín,  quien,  si no  apare­
 -No es para tanto. Lo registrarán en el  cía en dos días más, haría perder una fortuna
 libro y lo dejarán ir con nosotros.   a la propietaria de una empresa de buses y de
 -Pero se le mancharán  los anteceden­  un equipo  de  fútbol;  y  de  pasada  me  haría
 tes para siempre -volvió a llorar la Gertru-.   perder mi primer caso como detective. Por lo
 Cómo  le  explico  después  a la mamá.  A esta   menos estaba seguro de que la clave estaba en
 hora  debería  estar  en  Correón  jugando  con   descubrir la relación entre Cacho y Charo; si
 sus primos y no en la cárcel.   encontraba esto resolvía el caso, me pagarían
 La conversación siguió, como si yo no   lo  que  correspondía,  rescataría a  Charo y  la
 estuviera allí presente.   Gertru me volvería a hablar.
 Al final todo se arregló.  Gracias al sar­  Acostado,  mirando  el techo,  pensé  en
 gento  Suazo  volvimos  en  un  auto  policial  a   mi  familia;  comenzaba  a extrañarlos.  En  mi


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