Page 86 - Quique Hache Detective
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casa de Ñ uño a vivíamos mi mamá,  mi papá,                        comprensión,  es  un  m1steno  absoluto.  Lo
            mi hermana Sofía, la Gertru y yo. Mi herma­                        mismo las mujeres.
            na,  en el fondo,  no era una mala persona,  a                             Comencé a dormirme sobre la cama y
            pesar de que no nos llevábamos bien.  Quien                        los pensamientos giraron hacia las típicas in­
            tenga una hermana mayor sabe de lo que es­                         coherencias,  por  ejemplo:  mezclar  un  auto
            toy hablando.  Para ella yo  soy sólo un niño.                     fórmula  uno,  mermelada  de mosqueta  y  un
            La existencia de Sofía tiene valor sólo por dos                    viejo pascuero en Nueva York.  Son esos mo­
            cosas:  el Opel Corsa que le compró mi papá,                       mentos en que la cabeza funciona de otra ma­
            para ir a la universidad en su primer año y sa­                    nera.  Entonces  escuché,  lejano,  un  ruido
            lir por la noche sin tener que llamar para que                     sobre el  cristal,  unos golpecitos  suaves  sobre
            salieran a buscarla en la madrugada, y Petete.                     el  vidrio de mi  ventana.  Abrí los ojos. Todo
            Petete es el pololo de Sofía.  Nadie en la casa                    estaba  igual  en  el  dormitorio.  Aproveché  de
            lo soporta.  Es actor. En realidad sólo ha apa­                    quitarme los zapatos para acostarme definiti­
            recido en algunas telenovelas nacionales.  Pe­                     vamente.  Pero otra  vez volvió  el  golpe  en  la
            tete se cree Robert de Niro, su ídolo máximo.                      ventana. Abrí la cortina y al otro lado encon­
            Los papeles en los que ha trabajado en la te­                      tré la cara redonda y grande del gordo, el mis­
            levisión  son  insignificantes,  no  más  de  una                  mo  que  había  perseguido  por  la  tarde,  el
            frase.  Petete nos obliga a mirar capítulos en­                    culpable  de  hacerme  pasar  mi  primera  hora
            teros de las telenovelas para verlo decir:  «Pa­                   en la cárcel.  El gordo me miraba con ojos de
            se.  La señora  lo  espera»;  nada  más.  En  una                  santo  y  el  pelo  largo  revuelto  delante  de  su
            ocasión trabajó de extra en Sábados Gigantes.                      cara.
            Además  de  estudiar  teatro,  Petete  no  tiene                          -Mi  nombre  es  León  -dijo  cuando
            otra  ocupación.  Mi  hermana,  por  supuesto,                     abrí la ventana y asomó la cabeza-. Te quería
            lo adora y le ha grabado todas sus apariciones                     pedir disculpas, por lo de esta tarde.

            en la televisión.  Nunca voy  a entender a las                            -¿Por qué te arrancaste cuando me vis­
            mujeres;  para  mí  es  como estudiar  química,                   te? Sólo quería hacerte unas preguntas.
            como entender una molécula de carbono ro­                                 -Me dio miedo, te confundí con otros
            deada  de  átomos.  La  química  escapa  a  m1                    y pensé que venían por mí.


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