Page 26 - Quique Hache Detective
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Martes







                                                                                                     5





                                                                                    Lo primero que debe hacer un buen
                                                                             detective es descubrir la verdad,  aunque sue­
                                                                             ne obvio; de eso se trata todo. Buscar una ver­
                                                                             dad significa encontrar una mentira, eso dice
                                                                             Gertrudis.
                                                                                    Mientras la Gertru iba a la feria que le­
                                                                             vantan los días martes en una de las calles de
                                                                             Ñ uñoa,  a comprar una sandía y melones,  yo
                                                                             me duché rápidamente,  me vestí y salí  de  la
                                                                             casa.  Hice  el  mismo  recorrido  del  día  ante­
                                                                             rior, subí a una micro y seguí por Irarrázaval,
                                                                             pero  esta  vez  bajé  en  el  cruce  con  V i cuña
                                                                              Mackenna. Nunca antes había estado en San­
                                                                              ta Familia,  pero al menos sabía  que la direc­
                                                                             ción  era  hacia  el  sur.  Subí  a  otra  micro
                                                                              amarilla, con un número grande en un costa­
                                                                              do y esperé a que el chofer me avisara cuando
                                                                              llegáramos al barrio. Veinte minutos después
                                                                              d chofer gritó  «Santa Familia»,  mirando por
                                                                              d  espejo  que  tenía  enfrente,  arreglado  con
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