Page 29 - Quique Hache Detective
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banderines  del  Colo  Colo  y  fotografías  del   equipo  estaba  entrenando a  esa  hora,  mien­
 papa Juan Pablo Segundo en Chile.   tras algunos curiosos miraban.  Los jugadores
 Bajé en Irasu, la calle principal del ba­  no  parecían  muy  activos,  daban  pasecitos
 rrio. Todavía el calor de la mañana era sopor­  cortos y  remataban  al arco sin ganas,  con el
 table y la gente parecía alegre. Más tarde, con   entusiasmo de un velorio.
 el sol del mediodía, las cosas cambiarían.   Me acerqué a un viejito sentado en una
 La sede de Ferro Quilín estaba en la ca­  silla de paja al borde de la cancha y le dije:
 lle Sargento Aldea,  escondida en medio de la   -Venía por el asunto de Cacho Ramírez.
 cuadra,  con un predio  extenso hacia el  inte­  -¿Periodista? -preguntó el viejo.
 rior. Por la misma calle, pero más adelante, se   No  quise  contradecirlo.  Supuse  que
 levantaba el estadio de Obras Santas.  Entré a   era  más  fácil  presentarme  como  periodista
 la sede que parecía abandonada.  Al fondo de   de  quince  años  que  como  detective  de  esa
 un salón vacío se abría un pasillo amurallado   edad.
 de  vitrinas,  donde  se  guardaban  los  trofeos   -A  mí  los  periodistas  no  me  gustan
 obtenidos por el club. En la pared contraria se   -dijo-, mire como fueron a dejar a Lady Di.
 repetían las fotografías del equipo en distintas   -Pero  la  culpa  no  fue  directamente
 épocas.  En el medio había un gran retrato de   de  los  periodistas  -rebatí  arrepentido  de  la
 un  viejito  con  cara  de  abuelo.  Debajo  decía   mentira.
 Anselmo Gallardo, fundador. Éste era, enton­  -Los periodistas pueden levantar a al­
 ces, don Chemo Gallardo.  La última fotogra­  guien y después, cuando ya no les sirve, lo de­
 fía era la del equipo  del  año que  terminaba.   jan caer al suelo.

 Traté de memorizar las caras de los jugadores.   -Puede ser.
 Por supuesto, destacaba el arquero con su ro­  -Ahí  tiene  a  Cacho  Ramírez,  siempre
 pa  negra  y  guantes  blancos.  Cacho  Ramírez   lo aplaudieron por sus voladas y payasadas de
 en  la  fotografía  tenía  cara  de  buen  arquero,   arquero,  porque  Cacho era muy atrevido pa­
 ágil,  delgado y muy alto.  El largo pasillo  de­  ra jugar al  fútbol.  Valentón era para encarar,
 sembocaba en una cancha de fútbol, con esca­  no como los arqueros de primera división que
 so  pasto  y  una  hilera  de  álamos  al  final.  El   se dejan caer  en el pasto blando.  No,  Cacho



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