Page 12 - Alicia en el país de las maravillas
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ro. Ante ella se abría otro largo corredor, y en él vio al cone­
                 su  cortesía resultaba más bien fantástica al ser aplicada mien.:   jo blanco que continuaba corriendo. No había un momento
                 tras volaba por el  aire.) iFigúrense, cortesía en semejante mo­
                 mento!                                                        que perder  ... Alicia, ligera como el viento, continuó tras el
                    "iCuan ignorante me van a encontrar cuando les haga la     animalito y alcanzó a oír que decía, mientras doblaba una es­
                 pregunta! No, no preguntaré nada  .. Es  muy probable que vea   qmna:
                 el nombre del país escrito en alguna parte."                     "iPor mis orejas y mis bigotes, qué tarde se me está ha­
                    Siguió cayendo, cayendo, cayendo  ... Como no había otra   ciendo!"
                                                                                  Estaba muy cerca del conejo cuando éste dobló la esqui­
                 cosa que hacer, Alicia empezó a hablar de nuevo:              na; sin embargo, lo perdió de vista.
                    "iMe parece que Dinah me echará mucho de menos es­
                 ta noche! (Dinah es la gata.) Se me ocurre que en este mo­       Ahora se encontró en una sala muy larga y baja, alumbra­
                 mento estará recordando su plato de leche, porque ya es la    da por una hilera de lámparas que colgaban del techo.
                                                                                  La sala se veía rodeada· de puertas, pero todas estaban
                 hora del  té. iMi  Dinah querida, cómo quisiera que  estuvieses   con llave, y aunque Alicia trató de abrirlas, una por una, no
                 conmigo! No hay ratas en el aire, me temo, pero creo que
                 podrías cazar un murciélago, que en realidad se parecen bas­  pudo conseguirlo. Se dirigió tristemente al centro de  la habi­
                 tante a las ratas, como tú sabes. Pero, lles gustan los mur­  tación, pensando cómo se las arreglaría para salir de nuevo.
                 ciélagos a los gatos?"                                           De pronto se encontró  junto a una pequeña mesa de tres
                     Aquí Alicia empezó a sentir algo de sueño, y continuó di­  patas  construida con un cristal muy sólido. Sobre ella no había
                 ciéndose a sí misma, con un tono bastante adormilado:        nada más que una minúscula llavecita de oro, y la  primera idea
                     "lComen murciélagos los gatos? lComen murciélagos        que tuvo Alicia fue que  la  llave  perteneciera a una de las puer­
                                                                              tas de la sala; pero, desgraciadamente, ya fuese porque las ce­
 j               preguntas, así es que en realidad no importaba la forma en   obstante, al recorrer por segunda vez la habitación, encontró
                 los gatos?" Y luego: "lComen gatos los murciélagos?"
                                                                              rraduras  eran  demasiado  grandes  o  la  llave  demasiado
                     Como ustedes ven, no podía contestar ninguna de las dos
                                                                              pequeña, el caso es que no pudo abrir ninguna puerta. No
                 que las hiciera. Sintió que se dormía y empezó a soñar que
                 caminaba de la mano con Dinah, y que decía a la gatita, muy   una éortina que no había visto antes y descubrió que detrás
                 seriamente:                                                  de ella había otra puerta que no tendría más de cuarenta
                     "Ahora, Din  ah, dime la verdad: lhas comido un.murciéla- '   centímetros de alto. Ensayó de nuevo la llavecita, y para gran
                 go alguna vez?"                                              alegría suya, calzaba perfectamente.
                     De repente, ibam!, ipam!, ipuf!, cayó sobre un montón       Alicia abrió la puerta y encontró que conducía a un pe­
                 de ramas y hojas secas. Allí terminó el descenso.            queño pasillo, que no era más grande que una cueva de rato­
                     Alicia no se encontraba herida en absoluto, y, de un sal­  nes. Se  arrodilló, y, mirando a través del corredor, vio el  jardín
                 to, se puso de pie. Miró hacia arriba, pero todo estaba oscu-  más hermoso que es posible imaginar.


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