Page 80 - El vampiro vegetariano
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—Lucía... Lucía...                                                    —No  exactamente.  Algunos  dirían  incluso  que
               No estaba soñando. La voz era real, y procedía
                                                                                     soy todo lo contrario.
            del balcón.
               —Lucía...                                                             —¿Una bruja?
               Aun medio dormida, la niña se levantó, se acercó                      —Algo parecido -contestó Camila con una tris te

            a la persiana y, por entre las rendijas que quedaban                     sonrisa.
            en  la  mitad  superior,  vio  a  Camila.  Llevaba  un                   —He hablado con el señor Lucarda. Me ha dad o

            vaporoso  vestido  blanco  que,  a  la  luz  de  la  luna,               un susto terrible.
            resplandecía como las estatuas de su sueño.                              —Ya te he dicho que no tienes nada que temer d e

               Lucía  subió  la  persiana  y  Camila  entró  en  la                  él.  Tiene  un  aspecto  bastante  siniestro,  pero     es

            habitación. Estaba muy pálida y parecía cansada.                         inofensivo.  Incluso  podría  ayudarle,  llegado         el
               —Perdona  que  te  despierte  a  estas  horas  -se                    caso.

            disculpó  la  joven acariciándole  la  cabeza-, pero e*                  —Pero  él  dice  que  tú...  -Lucía  no  se  atrevió     a
            que ha habido un cambio de planes. No podré venir                        seguir.

            el  domingo,  tal  como  te  decía  en  la  carta.  Estaré               —¿Qué es lo que dice?
            bastante  tiempo  fuera,  y  no  quería  irme  sin                       —Que eres...

            despedirme de ti.                                                        -¿Sí?
               —¿Por qué te vas? -preguntó la niña, apenada.                         —Una vampira -logró decir por fin la niña.

            —Es  un  poco  difícil  de explicar, Lucía. Yo no soy                    Camila  la  miró  a  los  ojos  durante  un  largo
            una persona del todo normal, ¿sabes?                                     instante, con una turbadora mezcla de tristeza  y

            —¿Eres un hada, o algo así?                                              ternura.
                                                                                     —Es cierto -dijo al fin.
                                                                                     Lucía  no  podía  dar  crédito  a  sus  oídos.  No era

                                                                                     posible  que  aquella  encantadora  joven,  la má s
                                                                                     dulce y hermosa que jamás había visto, fuera un

                                                                                     monstruo bebedor de sangre.
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