Page 8 - El vampiro vegetariano
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—No me quejaré -le aseguró Tomás.                                  —¿En qué señor has pensado mientras te contaba
                —Está  bien...  Pero  antes  dime  una  cosa:  ¿tú                 el cuento? -preguntó ella tras una pausa.

             crees en los fantasmas?                                               —En uno cualquiera, ¿por qué?
                —Claro  que  no  -contestó  él-.  Lo  de  los  fan-                —¿No le has visto la cara?
             tasmas  es  una  tontería  para  asustar  a  los  niños               —No tenía cara.

             pequeños.                                                             —¿Te has imaginado a un hombre sin cara? Eso
                —Vale... Pues vas por un callejón oscuro y de                      da aún más miedo.

             pronto  te  cruzas  con  un  señor,  y  el  señor  te                 —No  es  que  me  lo  haya  imaginado  sin  cara  -
             pregunta:  «¿Crees  en  los  fantasmas?»,  y  tú  le                  explicó  él-.  Cuando  te  imaginas  a  una  persona
             contestas: «No», y entonces el señor te dice: «Pues                   cualquiera, es como un bulto, sobre todo si te lo

             yo sí», y desaparece.                                                 imaginas de noche y en un callejón oscuro.
                —Qué  chorrada  -comentó  Tomás-.  Este  sí  que                   —Eso  es  porque  tienes  poca  imaginación.  La

             no da miedo.                                                          tienes atrofiada de tanto ver la tele. Yo, cuando
                —¿No?  Piénsalo  bien:  el  señor  desaparece,  se                 me imagino a una persona, veo perfectamente su
             vuelve invisible de pronto, pero sigue a tu lado, solo que            cara -dijo Lucía.

             ahora ya no puedes verlo, estás a su merced...                        —¿Ah,  sí,  listilla?  ¿Y  qué  cara  le  veías  tú  al
                —¡Aaaaah!  -volvió  a  gritar  él  mirando  ner-                   hombre del cuento mientras me lo estabas,
             viosamente  a  derecha  e  izquierda;  pero  esta  vez

             no podía quejarse, puesto que se lo había buscado.                     contando?
                —¿Por qué te asustas, si es una chorrada? -dijo                     —La del señor Lucarda -contestó Lucía sini
             Lucía con una maliciosa sonrisa.                                       titubear.

                —No  estoy  asustado  -replicó  Tomás-,  para                       —¡Aaaaah!  -gritó  Tomás  por  tercera  vez-..  ¡Qué
             nada. Grito por gritar, igual que cuando uno se ríe                    mala  idea  tienes!  ¡Ahora  que  había  conseguido

             después de un chiste: es lo que toca.                                  olvidarme de él!





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