Page 4 - El vampiro vegetariano
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Tomás    acababa   de  cumplir   los  diez  años  y  se            asombrada,  pues  Tomás  era  un teleadicto  fu-

               creía   todo    un   hombre,     y  consideraba      una              ribundo-. Tienes permiso hasta las once.
               humillación    insoportable   que  lo  hubieran   dejado              —Todo  lo  que  dan esta  noche  es  una  plasta.
               al cuidado de Lucía.                                                  Prefiero que mi canguro me cuente un cuento -

                  —¿Ah,     sí?  Pues  yo   soy  más   grande    y  más              dijo él con tono burlón.
               fuerte que tú -dijo el niño con tono amenazador-,                     —Está bien, te contaré un cuento.

               así que no puedes impedirme que haga lo que me                        Lucía  se  sentó  en el  sofá  de  la  sala  de  estar,
               dé la gana.                                                           frente al televisor apagado, y Tomás se repantigó

                  —No    eres  más   grande,   sino  solo  más  gordo   -            en un sillón.
               replicó   Lucía-.   Y  no   necesito   la  fuerza   para              —Estoy listo. Empieza a contar, esclava.

               controlarte. Tengo el teléfono de la casa en la que                   —Érase una vez una princesa...
               están cenando tus padres, y me han dicho que los                      —¡Una  princesa! -la  interrumpió  el  niño-.  ¡No

               llame si te portas mal.                                               pretenderás  contarme  una  cursilada  de  cuento
                  —Tú no  harías  eso,  no  te  convertirías  en una                 con princesas, hadas y esas tonterías!

               vulgar chivata...                                                     —¿Cómo  puedes  decir que  es  una  cursilada  si
                  —No, si no me obligas.                                             aún no  sabes  de  qué  va,  botarate? -a  Lucía  le
                  Tomás  estuvo  a  punto  de  tirarse  al  suelo  y                 gustaba usar insultos antiguos, de los que le oía a

               empezar a gritar y a patalear; pero se daba cuenta                    su abuela,  aunque  no  sabía  muy  bien  lo  que
               de  que  eso  era  propio  de  un niño  pequeño  y,                   significaban.

               aunque  estaba  furioso,  su miedo  al  ridículo  era                 —Pues claro que sé de qué va —replicó Tomás-.
               mayor que  sus  ganas  de  desahogarse.  De  modo                     Va  de  princesas,  y no  voy a  permitir que  me

               que se contuvo y dijo:                                                cuentes  un cuento  para  niñas.  Quiero  uno  de
                                                                                     terror.
                  —Está  bien,  puesto  que  tienes  que  cuidar  de
                                                                                     -     De  acuerdo.  Te  contaré  uno  en     el  que  tú
               mí, cuéntame un cuento.
               —¿No quieres ver la tele? -preguntó Lucía                             eres el protagonista.


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