Page 47 - El Superzorro
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 Y allí quedó el gordo  Bufón,
 apostado  con  su  escopeta  junto  al

 hoyo mientras que sus dos compañe­
 ros iban por las máquinas.
 Al poco rato,  el ruido  de dos

 enormes tractores, con ruedas oruga y
 palas mecánicas, retumbaba en el bos­
 que.  Las dos máquinas, una conduci­

 da  por  Benito,  la  otra  por  Buñuelo,
 parecían dos enormes escarabajos ne­
 gros abriéndose camino por el bosque.

 -¡Aquí  estamos  de  nuevo!
 -gritó Benito.

 -¡Muerte a  todos los zorros
 del mundo! -exclamó Buñuelo.
 Inmediatamente se pusieron a
 trabajar.  Las  máquinas  excavadoras

 se comían  la  tierra  a  grandes boca­
 dos.  La  colina  iba  desapareciendo

 por momentos y pronto  cayó el ár­
 bol que servía de refugio a  nuestro
 amigo don Zorro.
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