Page 46 - El Superzorro
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Y allí quedó el gordo Bufón,
apostado con su escopeta junto al
hoyo mientras que sus dos compañe
ros iban por las máquinas.
Al poco rato, el ruido de dos
enormes tractores, con ruedas oruga y
palas mecánicas, retumbaba en el bos
que. Las dos máquinas, una conduci
da por Benito, la otra por Buñuelo,
parecían dos enormes escarabajos ne
gros abriéndose camino por el bosque.
-¡Aquí estamos de nuevo!
-gritó Benito.
-¡Muerte a todos los zorros
del mundo! -exclamó Buñuelo.
Inmediatamente se pusieron a
trabajar. Las máquinas excavadoras
se comían la tierra a grandes boca
dos. La colina iba desapareciendo
por momentos y pronto cayó el ár
bol que servía de refugio a nuestro
amigo don Zorro.