Page 15 - De porqué a Franz le dolió el estómago
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 en realidad el apellido de su maestro era  ocasión de decir palabra. Esto no era raro,

 o
 Sob da!  Franz  le  había  hablado  sólo  de  pensó Franz. Cuando la abuela comenzaba
 Zac Zac.  a hablar, nadie podía pararla. No aceptaba

 —¡Qué  bien  que  nos  hayamos  en- interrupciones.  Claro,  la  abuela  siempre

 contrado,  señor  Zac  Zac!  —comenzó  a  decía  cosas  razonables.  Sólo  que  no  era
 decir la abuela.  nada amable. Mucha gente se ofendía con

 Franz no escuchó más. Agarró los restos  lo que ella decía, y Franz no hallaba muy
 de  la  torta  y  huyó  con  ellos.  Estaba  inteligente ofender a Zac Zac.

 colorado  hasta  las  orejas.  Tomó  un   «¡Dios  mío!»,  rogó  entre  dientes,  «por
 caminito de arena y corrió y corrió hasta  favor,  ¡haz  que  mi  abuela  no  le  diga

 que  se  escondió  detrás  de  una  enorme  tonterías!»
 planta. Desde allí, se puso a observar la   «¡Querido  Jesús!»,  murmuró,  «¡permite

 mesa  en  la  cafetería.  Vio  que  su  abuela  que mi abuela no haga el ridículo!»
 hablaba  sin  parar.  El  maestro  no  tenía   «¡Virgen Santa!», dijo en voz baja, «¡haz

  que mi abuela sea simpática!»
     Hasta  aquí  llegó  Franz.  Más  no  podía

  hacer para que las cosas se desarrollaran de
  la mejor manera.

     Casi  media  hora  estuvo  Franz

  escondido, detrás de la mata. Por fin, el
  maestro y la señora de edad se pusieron de

  pie. Franz vio cómo le dieron la mano a la
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