Page 107 - La Casa de Bernarda Alba
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YERMA
YERMA: Entonces, que Dios me ampare.
VIEJA: Dios, no. A mí no me ha gustado nunca Dios. ¿Cuándo
os vais a dar cuenta de que no existe? Son los hombres los que te
tienen que amparar.
YERMA: Pero ¿por qué me dices eso?, ¿por qué?
VIEJA: (Yéndose). Aunque debía haber Dios, aunque fuera pe
queñito, para que mandara rayos contra los hombres de simiente
podrida que encharcan la alegría de los campos.
YERMA: No sé lo que me quieres decir.
VIEJA: (Sigue). Bueno, yo me entiendo. No pases tristeza. Espera en
firme. Eres muy joven todavía. ¿Qué quieres que haga yo? (Se va).
Aparecen dos Muchachas.
MUCHACHA 1 ª: Por todas partes nos vamos encontrando gente.
YERMA: Con las faenas los hombres están en los olivos, hay que
traerles de comer. No quedan en las casas más que los ancianos.
ª
MUCHACHA 2 : ¿Tú regresas al pueblo?
YERMA: Hacia allá voy.
MUCHACHA 1 ª: Yo llevo mucha prisa. Me dejé al niño dormido
y no hay nadie en casa.
YERMA: Pues aligera, mujer. Los niños no se pueden dejar solos.
¿Hay cerdos en tu casa?
MUCHACHA 1 ª: No. Pero tienes razón. Voy deprisa.
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