Page 144 - Hamlet
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BERNARDO.- La noche pasada, cuando esa misma estrella que está al occidente del
                  polo había hecho ya su carrera, para iluminar aquel espacio del cielo donde ahora
                  resplandece, Marcelo y yo, a tiempo que el reloj daba la una...

                       MARCELO.- Chit. Calla, mírale por donde viene otra vez.

                       BERNARDO.- Con la misma figura que tenía el difunto Rey.

                       MARCELO.- Horacio, tú que eres hombre de estudios, háblale.

                       BERNARDO.- ¿No se parece todo al Rey? Mírale, Horacio.

                       HORACIO.- Muy parecido es... Su vista me conturba con miedo y asombro.

                       BERNARDO.- Querrá que le hablen.

                       MARCELO.- Háblale, Horacio.

                       HORACIO.- ¿Quién eres tú, que así usurpas este tiempo a la noche, y esa presencia
                  noble y guerrera que tuvo un día la majestad del Soberano Danés, que yace en el sepulcro?
                  Habla, por el Cielo te lo pido.

                       MARCELO.- Parece que está irritado.

                       BERNARDO.- ¿Ves? Se va, como despreciándonos.

                       HORACIO.- Detente, habla. Yo te lo mando. Habla.

                       MARCELO.- Ya se fue. No quiere respondernos.

                       BERNARDO.- ¿Qué tal, Horacio? Tú tiemblas y has perdido el color. ¿No es esto algo
                  más que aprensión? ¿Qué te parece?

                       HORACIO.- Por Dios que nunca lo hubiera creído, sin la sensible y cierta demostración
                  de mis propios ojos.

                       MARCELO.- ¿No es enteramente parecido al Rey?

                       HORACIO.- Como tú a ti mismo. Y tal era el arnés de que iba ceñido cuando peleó con
                  el ambicioso Rey de Noruega, y así le vi arrugar ceñudo la frente cuando en una altercación
                  colérica hizo caer al de Polonia sobre el hielo, de un solo golpe... ¡Extraña aparición es
                  ésta!

                       MARCELO.- Pues de esa manera, y a esta misma hora de la noche, se ha paseado dos
                  veces con ademán guerrero delante de nuestra guardia.
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