Page 163 - Quique Hache Detective
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las  medallas,  la  señora  Gallardo  fingió  una
           sonrisa.  Ese fue el rnornento que eligió el ar­
           quero  para aceptar  las entrevistas  que  le pe­
           dían los reporteros.  Declaró que sería ése su
           último partido, su futuro ahora era ser entre­
           nador de jugadores de divisiones inferiores en
           su  pueblo  natal.  Se  iría  de Santiago  porque
           prefería una vida sin complicaciones.  Se lle­
           vaba  el  mejor  recuerdo  de  Ferro  Quilín,  de
           don Cherno y del entrenador Homero Gavi­
           lán.  Aprovechó  además  los micrófonos  para
           invitar  a  una  conferencia  de prensa  después
           de la ducha.  La señora Gallardo escuchó des­
           de arriba las palabras del arquero y su sonrisa
           dibujada con fuerza,  se  fue derritiendo corno
           mantequilla  caliente.  Se  levantó  con  dificul­
           tad  de  su  sillón  especial.  La cara  le  hervía  y
           echaba el aire por la nariz, como un caballo de
           carrera.  En  ese  momento,  Gertrudis,  el  sar­
           gento Suazo y varios carabineros la rodearon:
                   -¿Qué significa esto? -preguntó.
                   El sargento le sonrió con amabilidad y
           le respondió:
                   -Tiene que acompañarnos a la comisa­
           ría,  hay una denuncia en su contra por el se­
           cuestro de dos menores.
                   Los  carabineros  la  hicieron  bajar  por
           las escaleras.  Esa fue la última vez que vi a la


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