Page 171 - La Casa de Bernarda Alba
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DOÑA ROSITA LA SOLTERA
TíA: -Con las manolas. (Pausa, mirando al Sobrino). Algo te pasa.
SOBRINO: -Sí.
TfA (Inquieta): -Casi me lo figuro. Ojalá me equivoque.
SOBRINO: -No. Lea usted.
TiA (Lee): -Claro, si es lo natural. Por eso me opuse a tus relaciones
con Rosita. Yo sabía que más tarde o temprano te tendrías que
marchar con tus padres. ¡ Y que es ahí al lado! Cuarenta días de
viaje hacen falta para llegar a Tucumán. Si fuera hombre y joven,
te cruzaría la cara.
SOBRINO: -Yo no tengo la culpa de querer a mi prima. ¿Se imagina
usted que me voy con gusto? Precisamente quiero quedarme aquí
y a eso vengo.
TíA: -¡Quedarte! ¡Quedarte! Tu deber es irte. Son muchas leguas
de hacienda y tu padre está viejo. Soy yo la que te tiene que obligar
a que tomes el vapor. Pero a mí me dejas la vida amargada. De tu
prima no quiero acordarme. Vas a clavar una flecha con cintas
moradas sobre su corazón. Ahora se enterará de que las telas n9
sólo sirven para hacer flores, sino para empapar lágrimas.
SOBRINO: -¿Qué me aconseja usted?
TíA: -Que te vayas. Piensa que tu padre es hermano mío. Aquí no
eres más que un paseante de los j ardinillos y allí serás un labrador.
SOBRINO: -Pero es que yo quisiera ...
TíA: -¿Casarte? ¿Estás loco? Cuando tengas tu porvenir hecho. Y
llevarte a Rosita, ¿no? Tendrías que saltar por encima de mí y de tu tío.
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