Page 97 - Amigo se escribe con H (2)
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conmigo desde que inició su noviazgo con la mosca,
                                     de la ciudad. Un día antes de la fiesta, me
                                 Claudia, en las afueras   acercara a mí para charlar. Si   molestaba  Me
                                             bien no había dejado de ser muy atento y cordial
                                                              —Hola, Ant, ¿vas a tu casa. 7  ¿Puedo caminar
                                                                           El corazón me latía a diez mil por hora, pero lo
         perfectamente que todavía sintiera una especial
                     Muy cerca de que terminara el año escolar,
                         todos nos alistábamos para la tradicional fiesta de
                             fin de año. En esa oportunidad, la gran reunión
     seis o más patas; con ello yo entendía
                                                         Se acercó a la salida de la escuela y me dijo:



             atracción por la detestable mosca.

                                                                               perfectamente. muchísimo que eso me sucediera después de tanto   En el trayecto hablamos de cosas sin  importancia. Me contó que sus exámenes finales  habían ido muy bien y que su padre le había  ofrecido un premio por su rendimiento. Me dijo  que él  esperaba que  ese premio fuera una bicicleta
                                 sería un sábado en casa de





                                         sorprendió que H se  nuestra distancia era evidente.   contigo?   —Sí, claro.   disimulaba  tiempo.























                                                                                                                tuviera


























                                                       El fin de clases Transcurrió aproximadamente un mes y medio, y aunque no había olvidado a H, al menos me sentía  mucho mejor. Ya no me afectaba en lo más mínimo  caminar sola hasta la escuela y de vuelta a casa. Ya  no me ponía tan furiosa cuando veía a Andrea  asfixiando la mano de H en el recreo.  El Borja se había convertido en mi amigo del  alma, nos entendíamos casi perfectamente. Nuestras  pequeñas diferencias s
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