Page 54 - Las enfermedades de Franz
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rado  como  un  cangrejo  y  comple­                                 Sólo debajo de la ducha se le ali­
              ta1nente carrasposo. Su piel se pare­                              viaba un poco, pero su papá cerraba
              cía a la pintura áspera y corrugada de                             in1nediatamente la llave.
              las paredes de la casa de la tía Tru­                                 -Tú sabes que las ronchas deben

              dis.  Franz parecía una enonne fresa                               secarse -decía-.  i  Si las ablandas
       5 4    de ojos claros y cabello rizado rubio,                             en agua, te durarán tres veces más!                55
              y lo peor de todo era que ese tal bro­                                Franz se puso pantalón largo y tam­

              te lé producía una rasquiña horrible,                              bién camisa de manga larga, a pesar
              idesde la cabeza hasta los pies!                                   de que era un día caluroso. Quería

                                                                                 evitar que le vieran su brote.
                                                                                    Hubiera preferido quedarse ence­
                                                                                 rrado en casa, pero sus padres le di­

                                                                                 jeron:
                                                                                    -iDéjate  de tonterías! iNilas ron­
                                                                                 chas ni la rasquiña impiden caminar,
                                                                                 escribir o pensar!



                                                                                    Todos los niños de la clase 1nira­
                                                                                 ron con ason1bro a Franz.  La mayo­

                                                                                 ría sintió mucho pesar de él -y  sólo
                                                                                 un par de niños se burlaron, aunque
                                                                                 no mucho.  Sólo Uli se portó,  como
                                                                                 sie1npre, 1nuy antipática, pues cuan­

                                                                                 do notó que Franz se rascaba 1nucho,
                                                                                 gritó:
                                                                                    -Franz tiene pulgas, piojos y chin­

                                                                                 ches.
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