Al fondo de sus ojos claros
estaba yo como un guijarro.
Y mi padre, con el más tierno
de los esfuerzos de su vida,
me sacó a sufrir y a jugar
con los otros niños del mundo.
Un día mi padre partió
hacia la tierra del silencio.
Llevaba los ojos cerrados
y en las manos un frío intenso.
BI\